sábado, 15 de diciembre de 2012

La promesa


Llevaba una cartera de color azul francia, un piloto color tiza que apenas dejaba ver sus rodillas y su caminar   apresurado y nervioso hacìa pensar que estaba llegando tarde a alguna parte.
El tràfico estaba atascado en la avenida como casi todos los dìas en esas horas de la mañana.
Clara había dormido poco, pero un café negro había logrado darle la energía para caminar rápido, atenta a los cruces de calles de una ciudad algo convulsionada.
Hubo momentos que cruzó entre colectivos y taxis, haciendo piruetas varias, entre bocinazos y algunos piropos desubicados.
Pero su andar llevaba decisión, actitud desafiante, y eso llamaba la atención.
El viento movía su cabello, y abría apenas su piloto dejando ver algo mas sus piernas.

- Buen dìa Clara, no corras, èl todavìa no ha llegado.
- Buen dìa Hugo, ya se que lleguè antes, me esforcè para hacerlo.

Llegò a su escritorio, colgó el piloto, apoyó su cartera en la silla, y fue al baño como de costumbre.
Volviò, y ni bien colgó su cartera, y atinò a sentarse llegò el Sr. Galli, su jefe.

- Buen dìa Clara, alguna novedad?
- No Sr., estaba por entrar a su oficina cuando lo vi llegar, hoy tiene la reuniòn con el gerente de ventas a las 9,15.
- Si, ya se, gracias. Me traes un café cortado como siempre, por favor.
- Si, enseguida.

El Sr. Galli, se acomodó en su sillón, se aflojó un poco su corbata, miró la foto enmarcada de su familia, y la tomò y la guardò en el último cajón de su escritorio. Se dio vuelta y se quedó mirando por la ventana que daba a la calle.
Apareció Clara con el café y le pidió que por favor cerrara la puerta.

- Clara, hoy es un día muy especial para mi y quiero que lo sepa. Necesito de su colaboración, estoy un poco nervioso, o como decirlo, con la cabeza en otra cosa.
- Bueno Sr. cuente conmigo.
- Acabo de separarme y no estoy bien.

La cara de Clara se transformó, era una noticia que no esperaba escuchar.

- Pero, disculpe, es definitivo?
- Creo que si . Tuvimos varios intentos de separación pero que no llegaban a hacerse realidad, ahora es distinto, anoche me fui de mi casa. Es un paso importante, creo.
- Bueno, lo dejo solo, no quiero molestarlo.
- No, por favor, quiero que suspendas la reuniòn de las 9,15 y la pases para mañana a la misma hora, y quiero que te quedes conmigo un rato.
- Bueno, como quiera, voy a informar de la suspensión de la reunión y ya estoy con Ud.

Clara cerrò la puerta, y caminò despacio, se sentò, le hizo un mail al gerente de ventas rapidamente.
Volviò y entró y se paró del lado izquierdo del escritorio y observó como su jefe tenía la mirada perdida hacia la ventana.

- Sentate, no te quedes parada por favor.

Clara se sentò frente a él, y no sabìa que decir. Si bien lo conocía hace mas de 7 años, su timidez y la seriedad a la que él la tenía acostumbrada no ayudaba a superar esos silencios que hacen a una situación algo incómoda.
Quiso tratar de descontracturar su postura de oyente pasiva y le preguntó:

- Sr, quiere contarme algo, desahogarse, puedo escucharlo, si le hace bien.

El Sr Galli, descolgó el teléfono, la miró fijamente a los ojos y comenzó a hablar.

- Clara, cuanto hace que nos conocemos vos y yo?
- Y como 7 años mas o menos.
- He sido bueno con vos, respetuoso, buen jefe?
- Si Sr, por supuesto, ha sido siempre en jefe comprensivo. Pero porque lo pregunta?
- Querìa saber tu opinión sobre mi. Te acordás cuando te peleaste con tu novio de tantos años y viniste llorando un mediodía, estabas tan triste que no podías con tu alma.
- Si, como no voy a recordarlo.
- Quiero confesarte algo que he venido callando porque te respetè siempre, pero no puedo callar mas.

Clara abrió los ojos y apoyò sus brazos en el escritorio, para escuchar atentamente.

-Me gustas mucho. Hace tiempo que me pasa esto y no puedo mas con esta situación.

Ella lo miró frunciendo el seño y no atinó a decir palabra.

El Sr. Roberto Galli se paró, y se acercó a ella, quien ahora lo miraba sorprendida pero espectante a la vez.

- Clara, quiero invitarte esta noche a que cenes conmigo, yo se que acà no es el momento ni el lugar, quiero estar con vos, los dos solos y charlar esto, estas de acuerdo?

- Sr. yo...no se que decir....
-Por favor basta de Sr, llamame Roberto, te lo pido por favor, y tuteame.

El Sr. Galli tomó su mano y la acarició.
Y ahi ella sintió, eso que hay que sentir para decir:

- Si, iré a cenar con Ud, con vos, perdón. Acepto la invitación.

El sonrió, volvió a sentarse, pasaré a buscarte a las 9 por tu casa, esta bien?

- Si, está  bien.

- Bueno ahora si, continuá con tus tareas, gracias por escucharme, .

Ella se levantó, acomodó su pollera y su pelo detrás de las orejas y se retiró.

Y mientras caminó hacia su escritorio, pensó, y ahora que...?... me dijo que le gusto, yo no lo sabía, jamás me lo imaginé, nunca tuve un indicio de que le gustara.
Un hombre discreto, respetuoso, que no le confiaba asuntos de su vida privada, que jamás se propasó con ella, o le dijo algun piropo subido de tono. A veces elogiaba su trabajo o su vestimenta pero siendo cuidadoso  en sus apreciaciones.
Un hombre que le lleva 10 años, casado, con dos hijos, que no sonreía a menudo, ni se sabía de salidas con amigos, o flirteos con otras compañeras.

Bueno ahora solo quedaba pensar, en que se iba a poner esa noche y dejarse llevar.

Una mañana que parecía igual a las demás, no solo no lo ha sido sino que ella vuelve a tener una ilusión y nada menos con el hombre que admira, que no se permitió sentir mas que eso, por sentirlo un hombre prohibido, inalcansable, y en último término, un hombre casado.

Sonriò para afuera, sonrió para adentro, y sintió esas cosquillas inquietantes que se sienten en estos casos, durante todo el día..

(continuará)
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